Es una de las depresiones con más personalidad geográfica de la Meseta Sur, dadas sus grandes dimensiones y sus caracteres relativamente semejantes a lo largo de unos 100 km de NO a SE, que es su dirección general. Su anchura, bastante homogénea, es de 10 a 15 km, por lo cual el término de valle califica bien esta gran depresión. Sin embargo, su carácter perfectamente cerrado, individualizado y continuo procede, en buena parte, de las alineaciones serranas que lo enmarcan.
En realidad, puede descomponerse en tres tramos: el oriental con presencia de importantes barrancos y vallejos que accidentan con gran profusión el valle (550–800 m), el central que resulta el más llano (720–760 m), y el occidental con caracteres de transición entre los anteriores (400–650 m). Esta diferenciación resulta de la desigual incidencia de la red fluvial con mayor capacidad en los extremos y mucho menor en el centro del Valle.
Las precipitaciones anuales oscilan entre 500 y 550 mm, siendo por tanto un sector algo menos seco que las depresiones del Campo de Calatrava, situadas al norte. Por eso, es el complejo vegetal del encinar el que domina, pero las formaciones que aparecen son extraordinariamente abiertas dados los seculares usos ganaderos del valle. Además de las dehesas de encinas suele ser habitual la retama, que la acompaña con frecuencia en estado adehesado. Los pastizales, que constituyen también una nota dominante de Alcudia, están compuestos por vallicares y majadales. En los múltiples barrancos que accidentan el valle y al amparo de condiciones más húmedas suelen progresar los tamujales.
Los encinares adehesados presentes en la mayor parte de Alcudia y los característicos pastizales otorgan un valor natural y sobre todo faunístico, rural y cultural extraordinario. La notable longevidad de las encinas es una característica que se encuentra aquí muy bien representada, con muchos ejemplares centenarios y uno de ellos (la Encina de las mil ovejas) al que la tradición popular le asigna casi el milenio.